¿Vida después de la muerte?

Cuarta parte de la serie de enseñanza del Dr. R.C. Sproul «Sorprendido por el sufrimiento».
Todos hacemos planes para el futuro en cierta medida. Si vamos lo suficientemente lejos en el futuro, tenemos que comenzar a pensar en la vida después de la muerte. La pregunta más importante para toda la humanidad es la que hizo Job: «Si el hombre muere, ¿volverá a vivir?» (Job 14:14). En esta lección, el Dr. Sproul explora la razón básica por la que muchas personas a lo largo de la historia han creído en la vida después de la muerte; además, presenta la primera de las dos fuentes de la confianza del cristiano en la realidad de la vida después de la muerte.

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Transcripción

En este segmento queremos considerar el tema de la vida después de la muerte y tengo que confesar, desde ya, que soy una persona muy sentimental y encuentro que cuanto más mayor soy, más sentimental me vuelvo. Y sospecho que muchos de ustedes son también así. Y creo que todos deberían tener en su familia una tía Jenny. Tengo una tía Jenny, una tía Jenny de verdad. La tía Jenny nació en 1900. Yo tuve la oportunidad de visitarla el verano pasado. En ese momento tenía 87 años, esperando su cumpleaños 88. Y no la había visto en años y la encontré tan lúcida como siempre. Y cada vez que tengo la oportunidad de visitarla, por supuesto que me vienen todo tipo de preguntas sobre mi propio historial familiar. Cuando nos encontramos, me senté y le pregunté a tía Jenny sobre mi padre. Le pregunté a tía Jenny sobre mi abuelo y ella me contó todas las historias sobre cómo mi abuela había venido en un barco de vapor por el río Ohio, desde Ohio hasta Pittsburgh, y mi abuelo había venido de Mt. Washington, la conoció y se casó y mucho más. Y fue muy interesante escuchar eso.

Luego empecé a preguntar un poco más profundamente por los antecedentes familiares y dije: «Bueno, tía Jenny, ¿conociste al bisabuelo Sproul?». Ella dijo: «Claro que sí». Me dijo: «El bisabuelo Sproul nació en Donegal, Irlanda y a algunos de ustedes simplemente se les va a caer la mandíbula al escuchar esto. En Donegal, Irlanda, en 1825; él besó la piedra de Blarney ese año, la leyenda dice que eso da el don de la oratoria, parece que quedó en sus genes». Ella continuó y pasó a hablar sobre Charles Sproul nacido en 1824, quien vino a este país en 1843; se distinguió como de la Unión en la guerra civil, y lo dejaremos allí para otro día. Muy peligrosa, muy peligrosa esa historia durante la batalla de Vicksburg. Pero sobrevivió y murió en 1910 a la edad de 86 años. Los últimos 10 años de su vida los pasó en la casa de mi abuelo y mi abuela, de modo que durante los primeros 10 años de la vida de mi tía ella conoció a este caballero ya anciano. Y ahora, 70 años después, me está contando sus recuerdos de infancia de la vida de Charles Sproul, que se remontan hasta 1824.

Entonces, empezamos a hablar de ello y me dice, «Sabes, James Monroe fue el presidente de los Estados Unidos cuando nació tu bisabuelo». Abraham Lincoln— nadie había oído hablar de Abraham Lincoln. No había habido una guerra civil. No había habido un ferrocarril transcontinental. No había habido radio ni televisión ni todas las comodidades modernas que son tan comunes en la vida en el siglo XX. Y cuando pienso en ese período de la historia de Estados Unidos, pienso en algo que sucedió hace tanto tiempo que el único registro de eso se encontraría en las páginas de los libros de historia. Pero en cambio, estoy hablando con un miembro de mi familia que me está contando lo que sabe de primera mano, de alguien que vivió hace tanto tiempo. Y luego empecé a preguntarme y a proyectar esto hacia el futuro. Pensé, ¿me pregunto si estaré vivo en el año 2024 y qué de mi hijo y de mi nieto?

Poco después de tener esta discusión muy interesante con mi tía, nos reunimos con un consultor de negocios quien me estaba dando toda esta información deslumbrante de lo que estaba pasando en Japón en términos de planificación a largo plazo por los gigantes emprendedores de la industria japonés a quienes estaban estableciendo sus objetivos industriales no por tres años o por cinco años o incluso por diez años, sino que algunas de estas personas establecieron planes de operación comercial de cien años y doscientos años para sus corporaciones. Y dije, bueno, es una tontería planear para cien años en el futuro porque, en primer lugar, no sabemos cuáles serán los cambios que habrá en la tecnología y no solo eso, sino que no vamos a estar aquí. Pero luego me hice la pregunta ¿qué voy a estar haciendo en tres años? ¿Qué voy a estar haciendo en cinco años? ¿Dónde voy a estar dentro de diez años? La verdad, ¡no lo sé! Pero luego la pregunta se tornó más insistente y dije ¿dónde voy a estar dentro de cien años? ¿Alguna vez te has hecho esa pregunta? Porque tan pronto como extendemos el calendario más allá del futuro inmediato y lo estiramos hasta cien años, estamos haciendo la pregunta que Job hizo: «Si un hombre muere, ¿volverá a vivir?».

Es una pregunta con la que la raza humana parece estar preocupada. No es simplemente un asunto planteado por personas religiosas, sino que en nuestra propia cultura hemos visto la atención que los medios han dado a personas como Shirley McLaine quien especuló sobre la reencarnación y encarnaciones anteriores que dice haber tenido. Mientras conducimos por las ciudades de Estados Unidos, vemos el símbolo de una mano en el patio de alguien, donde la Adivina Tal y Tal ofrecerá una tarifa por leer tu palma y decirte qué pasará con tu historia. ¿Alguna vez has notado estos pequeños lugares que tienen el signo de la palma, que suelen estar en partes deterioradas del sector, con casas muy maltrechas, y me pregunto, ¿por qué la adivina no aplica su arte en la bolsa de valores si realmente tiene esa habilidad de leer el futuro? Pero la gente pagará dinero por eso. Leerán sus horóscopos todos los días para tratar de descubrir lo que el futuro traerá para ellos.

En cada cultura hay una sensación de expectativa de vida después de la muerte, ya sea el Valhalla nórdico, sea el Paraíso o el Más allá de los indígenas o el concepto judeocristiano del cielo. Pareciera que está integrado en nuestra humanidad el abrazar esta esperanza de que después de morir hay algo que sucede, cierta continuidad de la existencia personal. Ahora, como dije, se ha especulado mucho sobre este asunto en la historia del mundo, no solo a través de la charlatanería o la adivinación y similares, sino que pensadores serios han investigado el tema de la vida después de la muerte. Pero de una forma poética y dramática recordamos las famosas palabras de Hamlet en su soliloquio. Recuerdan cuando él empieza con ese dilema, «¿ser o no ser?» él dijo «He ahí el dilema». ¿Qué quiere decir cuando dice: «Ser o no ser»? Luego él dice, vivir, seguir existiendo, continuar con esta vida, «ser» o más bien, no ser, terminarla. El suicidio es lo que está en la mente de Hamlet en ese discurso. Y mientras considera las alternativas de vida y muerte, y el vaivén entre los dos puntos, experimenta sentimientos encontrados.

Anoche después de nuestro seminario, un miembro de nuestro directorio se sentó conmigo y me miró a los ojos (es un ex paciente de cáncer) y me dijo: «RC». Yo dije: «¿qué?». Él dijo: «¿Cuál es el significado de la vida?». Pensé que estaba bromeando. ¿Qué quieres decir con cuál es el sentido de la vida? Sabes, ¿quién te crees que eres? Poncio Pilato preguntando a Jesús ¿qué es la verdad? ¿Cuál es el significado? «¿Qué quieres decir con cuál es el significado de la vida?» El dijo: «Bueno, mira de qué trata la vida». Me dijo: «Experimentamos tanto dolor, tanta tragedia que a veces me pregunto si estaríamos mejor si nunca hubiéramos nacido». Empezamos a hablar de eso. Y dije: «A veces parece que la vida nos da más fracasos que éxitos, más dolor que placer, más tristezas que felicidad, más una sensación de pérdida que una sensación de ganancia». Eso es lo que parece ser.

Sin embargo, a pesar de todo eso, vemos cómo las personas se sujetarían y lucharían con uñas y dientes para aferrarse a lo que sea que llamamos vida por cinco minutos más. De modo que, a pesar del dolor, a pesar de las frustraciones que acompañan a la vida, de alguna manera todavía la valoramos lo suficiente como para seguir experimentándola. Bueno, eso es lo que Hamlet estaba experimentando. Ustedes saben: «Vivir, morir. Morir, dormir, tal vez soñar…» él dijo. Estaba desconcertado por la realidad; dijo: «no sé lo que hay del otro lado». Además: «es una tierra de la cual… ningún viajero ha regresado». Lo dijo porque el otro lado está envuelto en oscuridad y nunca hemos estado allí para ver cómo es realmente el otro lado. Dijo: «Preferiríamos sufrir esos males que tenemos, antes de ir a buscar otros que no conocemos». Así que, la «conciencia», dijo, «nos hace cobardes a todos». Mejor aferrarse al dolor de este mundo que cruzar el umbral hacia un mundo del que sabemos poco o nada.

Tan pronto como nos acercamos a la muerte, parece haber una acentuación del miedo, no tanto para aquellos que están preparados para morir, sino para aquellos que viajan con ellos camino a la tumba. Si alguna vez has leído los diálogos de Platón y has leído el diálogo que incluye la escena de la muerte de Sócrates, sabes que todos los estudiantes y amigos de Sócrates están reunidos alrededor de la prisión, ya que él ha sido sentenciado a muerte y en ese día se ha determinado que él beba de la poción fatal como la aplicación de su ejecución y a sus amigos se les permitió visitarlo por última vez; ellos entran y tienen esta nube gris sobre sus cabezas y cuando llegan a la celda de Sócrates lo encuentran tranquilo. Lo encuentran relajado, lo encuentran incluso en un estado de expectativa ansiosa. No lo pueden creer. Ellos preguntaron a su maestro, «¿cómo es posible que puedas estar en este estado de expectativa gozosa cuando sabes que este es el último día de tu vida?».

Luego Sócrates empieza a enseñarles filosóficamente su conjetura de todo lo que ha aprendido del estudio de la naturaleza, del estudio de la ciencia que lo ha convencido de que este no es el último día de su vida, sino que es el inicio de una existencia eterna que es mucho mejor de la que él experimenta aquí. Ahora, encuentro consuelo al leer la especulación de Platón. Me reconforta leer la reflexión filosófica de Emmanuel Kant cuando dice que, para todos los efectos prácticos, tenemos que creer en la vida después de la muerte porque si no hay vida después de la muerte, esta vida no tiene sentido. Alguien me hizo una pregunta anoche sobre el holocausto, uno de los momentos más oscuros, si no el más oscuro en la historia de la raza humana, la extinción sistemática de seis millones de personas, el genocidio en la Segunda Guerra Mundial. La pregunta era: «¿Dónde estaba Dios en todo eso?». Realmente no dije lo que estaba pasando por mi mente. Pero he escuchado de gente que observa esta tragedia y dice: «¿Cómo puede haber un Dios y al mismo tiempo realizarse un genocidio?». Pienso en eso y le doy vueltas y digo que si no hay un Dios no puede ser posible que haya un holocausto.

Dirán, espera un minuto, ¿por qué? Miren, porque si no hay Dios, damas y caballeros, entonces la vida humana no importa. Realmente no podemos protestar por la pérdida de la vida de seis millones de piezas de protoplasma indiferenciadas que surgieron por accidente del fango y ahora solo están regresando al abismo del que gratuitamente salieron. No se puede llamar a eso un holocausto. Porque para que algo sea trágico, primero debe tener valor. Primero tiene que haber una base para el significado último. Y eso es lo que Kant estaba diciendo. Pero, de nuevo, todo eso que me da una medida secundaria de comodidad permanece en el nivel de la pura especulación. El mayor consuelo que he encontrado con respecto al tema de la vida después de la muerte proviene de dos fuentes. Una fuente es la enseñanza de Jesús, las palabras de Jesús. La otra fuente es el ejemplo de Jesús, la obra de Jesús. Y lo que quiero hacer en este segmento de nuestro tiempo juntos es mirar a algunas de estas cosas que Jesús dijo sobre la vida después de la muerte. No hace mucho tiempo se realizó una encuesta entre los miembros de la iglesia en Estados Unidos y se les pidió que identificaran su capítulo favorito de la Biblia.

Ahora, todos, estoy seguro, han oído hablar de 1 Corintios 13, el capítulo del amor. 1 corintios 13 quedó segundo. ¿Qué? 1 Corintios 15, que estaba después. Vamos a ver 1 Corintios 15 más adelante. El capítulo que quedó en primer lugar en términos de popularidad entre la gente de la iglesia estadounidense fue el capítulo 14 del evangelio según San Juan. Tomemos un par de minutos para mirar ese relato conocido de las palabras de Jesús. Ustedes entienden la escena. Jesús está con sus discípulos ahora en el aposento alto la noche antes de morir, y empieza este discurso, bueno, no es realmente donde empieza el discurso, es donde empieza el capítulo. Cuando Jesús estaba hablando con sus discípulos, no había un secretario que dividiera sus palabras en capítulos y versículos. Creo que fue un predicador metodista itinerante a caballo quien hizo estas divisiones de capítulos y versículos en algún momento. Parece que tuvo un mal día esta vez…… porque el capítulo 14 empieza con estas palabras: «No se turbe vuestro corazón; creed en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas» y sigue.

Todos han escuchado ese texto. Si no lo han escuchado estando en la iglesia, lo han escuchado en el cementerio, porque este texto se lee en casi todos los funerales en Estados Unidos. «No se turbe vuestro corazón». Ahora, lo que me gustaría que veamos hoy es que cuando Jesús hace esta declaración, «No se turbe vuestro corazón», no solo sale al escenario y dice ‘aquí está el inicio de mi discurso: «No se turbe vuestro corazón». Como dije, hay un contexto para esas palabras. Esas palabras de exhortación tienen lugar en medio de una discusión muy conmovedora que Jesús está teniendo con sus amigos. Y creo que, para entender la esencia de su enseñanza, tenemos que examinar el capítulo 13 del Evangelio de Juan. Quisiera llamar su atención al versículo 21 de Juan, capítulo 13, donde dice lo siguiente: «Habiendo dicho Jesús esto, se angustió en espíritu». ¿No es eso interesante?, que Jesús no solo está parado allí, distante como un predicador que amonesta a su congregación, ‘ahora no quiero que todos ustedes se preocupen’. Pero Él está hablando de que ellos se turbaron como resultado de su propio problema.

En el capítulo 13 donde dice: «Jesús empezó a angustiarse»; bueno, ¿qué fue lo que le angustiaba? Estaba angustiado en espíritu y dijo: «En verdad os digo que uno de vosotros me entregará». Luego continuó e identificó al traidor como Judas y despidió a Judas diciendo: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto». Y luego pasó a predecir la negación subsiguiente de Pedro. Y luego, al final de esta discusión, dice en el versículo 33: «Hijitos, estaré con vosotros un poco más de tiempo. Me buscaréis, y como dije a los judíos, ahora también os digo a vosotros: adonde yo voy, vosotros no podéis ir». Esto fue sorprendente para sus discípulos que Jesús ahora estaba hablando de la separación y una de las cosas más difíciles que suceden con la experiencia de la muerte de un ser querido es el momento de la separación.

Si vamos al Antiguo Testamento, leemos la historia del profeta Elías, quien se encontraba en la casa de esta pobre viuda, la viuda de Sarepta. Y la viuda de Sarepta tuvo un hijo que se enfermó y murió; y cuando Elías entró en escena esta mujer estaba aferrada al cuerpo de su hijo. Ella estaba reprendiendo al profeta, y en su histeria y enojo, como sabemos, diciendo, si no hubieras venido aquí, si no hubieras estado aquí, esto no habría sucedido. Y Elías ese prepara ahora para traer a este hijo muerto de vuelta a la vida. Y Él le dice a la mujer, ‘suéltalo y dámelo para que pueda vivir’. Ella no quería soltarlo, pero ella quería que su hijo volviera a vivir. Luego, ella finalmente lo soltó. Y este cadáver fue, entonces, abrazado por el profeta Elías y la sangre empezó a fluir y el corazón empezó a latir y el hijo volvió a la vida una vez más. Pero qué difícil fue para esa madre soltarlo. Seguro han estado en el hospital al lado de alguien que está moribundo y cuando llega la muerte, y ahora con todas estas máquinas que señalan el fin de la vida, cuando sucede ese momento, por lo general la gente se detiene, no saben qué hacer y no saben qué decir hasta que alguien inevitablemente dice: «Se ha ido» o «ha fallecido». Y debemos despedirnos.

Toda la ceremonia y el proceso del funeral es para marcar ese momento de separación. Jesús está preparando a sus amigos para este mismo evento en sus vidas, y dijo: ‘Dentro de poco me iré’ y «adonde yo voy, vosotros no podéis ir». Y les dijo: «Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado, así también os améis los unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor los unos a los otros». Ahora aquí está uno de los discursos más importantes sobre el amor que Jesús de Nazaret haya predicado; y ha habido un millón de sermones predicados de este texto: ámense unos a otros. ¿Sabes lo que Pedro dice a continuación en el texto? Escucha lo que dice. Pedro le dijo: «Señor, ¿a dónde vas?». Se perdió todo el discurso sobre el amor. Todo lo que escuchó fue decir a Jesús «me voy» la mente de Pedro se apagó. No quería escuchar ningún sermoncito sobre el amor. Él acaba de recibir la noticia que Jesús se iba.

Entonces Pedro dice: «Señor, ¿a dónde vas?» y nuevamente Jesús respondió: «Pedro, a donde voy, tú no me puedes seguir ahora, pero me seguirás después, adonde yo voy, no me puedes seguir». ¿Ustedes se imaginan lo que esas palabras deben haber sido para Pedro? Su mente debe haber regresado a la orilla del mar de Galilea, donde toda su vida se puso patas arriba con una palabra: «tú, sígueme». Y durante los últimos tres años, todo lo que hizo Simón Pedro fue seguir a Jesús. Si Jesús fue a Capernaúm, Pedro fue a Capernaúm; si Jesús fue a Canaán, Pedro fue a Canaán. Si Jesús fue al monte de la transfiguración, Pedro fue al monte de la Transfiguración. Él siguió a Cristo literalmente. No era solo una peregrinación espiritual en la que se inscribió en la escuela rabínica de Jesús como discípulo. Y ahora Jesús dijo: «A dónde voy no me puedes seguir más». Pero Jesús le puso un límite temporal a esa prohibición. Él dijo: «No puedes seguirme ahora, pero después me seguirás».

Ahora quiero que mantengan eso en mente porque esa es la parte previa a la discusión que no se menciona una vez que empieza el capítulo 14. Volvamos ahora al capítulo 14 donde Jesús dice: «no se turbe vuestro corazón, creed en Dios, creed también en mí. En la casa de mi padre hay muchas moradas; si no fuera así, os lo hubiera dicho; porque voy a preparar un lugar para vosotros. Y si me voy y preparo un lugar para vosotros, vendré otra vez y os tomaré conmigo; para que donde yo estoy, allí estéis también vosotros». ¿Escuchas lo que Jesús está diciendo? Él está diciendo ‘no puedes seguirme ahora, pero voy a la casa de mi padre y voy a prepararte un lugar para que tú también puedas estar donde yo estoy. Y va a llegar un momento en que voy a llevarte a ese lugar donde yo estoy. Y lo que me da más consuelo sobre estas palabras de Jesús es lo siguiente. En medio de esta promesa donde dijo ‘voy a preparar un lugar para ti’, da una declaración entre paréntesis que consuela mi alma. Él dijo: «Si no fuera así, os lo hubiera dicho». Ya sabes, en un lugar como un hospital se concentra el sufrimiento humano y el dolor de la enfermedad, la dolencia terminal, la muerte.

Uno de los mayores problemas que enfrentan los médicos y el personal hospitalario es el problema de la falsa esperanza. Porque somos criaturas que queremos tener esperanzas en tiempos que se lucha contra la desesperanza, lo que a veces es saludable, pero llega ese momento en la peregrinación de algunos donde la esperanza se agota. Y luego son vulnerables a los charlatanes y a los explotadores que les ofrecerán algún tipo de esperanza que realmente no tiene sustancia. Y lo que es tan sobrio sobre lo que Jesús dice a sus discípulos es esto. Él dijo, mira, soy un maestro, estoy comprometido con la verdad. Toda mi vocación, toda mi misión es dar testimonio de la verdad. Soy un rabino de Israel. Entiendo la santidad de la verdad y te digo que no hay nada que te enseñe que no sea lo que aprendí de mi Padre y si esto no fuera así, te lo hubiera dicho. No te permitiría caer en una fantasía supersticiosa.

Me gusta el hecho de que Jesús no dijo: «Si no era así, os lo hubiera dicho». Él dijo: «Si no fuera así». Esa es una condición contraria al hecho. Incluso en el idioma griego, la declaración condicional que usa indica una condición contraria al hecho. «Si no fuera así, os lo hubiera dicho». Hubiera corregido tu error. No te habría permitido entusiasmarte y crear falsas esperanzas y falsas expectativas solo para quedar avergonzado, abochornado y profundamente decepcionado en algún momento posterior. Pero lo que Jesús está diciendo, damas y caballeros, es lo siguiente: Sé a dónde voy y voy allá para preparar un lugar para ti y no puedes seguirme allí en este momento. Todavía te queda algo de tiempo para vivir. Todavía tienes una vocación que cumplir. Es posible que aún tengas que pasar por el sufrimiento que falta en la misión que se me han encomendado cumplir, pero hay un momento en que te unirás a mí en la casa de mi Padre. Por lo tanto, Él dice: «No se turbe vuestro corazón».

Cuando visité un hospital, un centro oncológico, revisé las diferentes secciones y conocí a una doctora que empezó a explicarme algunos de los intrincados procesos de separación entre la sangre y el plasma y plaquetas y leucocitos y todos esos temas; fueron 15 segundos, damas y caballeros, y me di cuenta de que estaba escuchando a un experto. Que esta mujer me estaba hablando como alguien que tiene autoridad. Si quieres escuchar sobre la vida después de la muerte, escucha a Jesús, porque Él no habla con especulación, ni con superstición, sino como alguien que sabe de lo que está hablando, como alguien que tiene autoridad. Y no solo habla del discurso, sino que transita por el camino. Y demuestra con hechos lo que ha declarado con sus labios.